Capítulo 1 Parte 2

Capítulo 1 parte 2:

Cuando la llamada llegó a su fin, Jo supo que no tenía otra opción que regresar a la claustrofóbica sala de espera con su gente maloliente, el tiempo con su avance lento y el parloteo incesante de Jackie. Suspiró, reuniendo toda la poca paciencia y tolerancia que le quedaban y avanzó hacia el interior del hospital.

-La meditación es verdaderamente fantástica para la ansiedad, incluso para enfermedades comunes. Yo la practico a diario…-

La voz de Jackie resonaba claramente incluso antes de doblar la esquina que daba a la sala de espera de medicina interna, ello le hizo gruñir. Jackie, al verle, comenzó a hacer señas con la mano para que apresurase el paso.

-Ven amor, le estaba diciendo a la señora que practicamos meditación y reiki para el estrés y la ansiedad… Verdad que es muy efectiva? Dile lo bien que te ha caído el meditar…-

El parloteo de Jackie era muy agudo y rápido, señal de que estaba entusiasmada y en su elemento al hablar sobre sus conocimientos en la materia. Jo no quería ser partícipe de la conversación. Con cada segundo que pasaba, su paciencia se iba extinguiendo con la rapidez de un estornudo.

-Ven Jo, vamos a hacer una demostración para que la señora vea el tipo de ejercicios que hacemos… Ven y siéntate aquí.-

Jackie palmeó el asiento a su derecha, urgiendole a sentarse, mirándole con autoridad.

-Vamos a hacer el último que te enseñé, el de la invocación del ángel Jofiel para la sanación, te acuerdas? Ese que sirve para limpiar nuestros chakras mientras le pedimos que limpie toda la energía negativa de nuestro ser, si te acuerdas, verdad? Empezamos con relajación con “om” sale?-

Palmeó de nuevo el asiento, lanzándole una mirada asesina para que obedeciera lo que le pedía. A regañadientes, Jo tomó asiento. De inmediato Jackie le dió unos golpecitos en la base de la espalda para corregir su postura, recordándole que una espalda correctamente erguida era lo ideal para los músculos y los pulmones. Jo rogó a los dioses que le ayudaran a no cometer un asesinato delante de toda esa gente.

-No Jo! Cuantas veces te lo he dicho? Sostienes la respiración por segundos después de inhalar, no al exhalar… Si estás visualizando la cascada, verdad? Estás moviendo los ojos! No te estás concentrando! Debes hacerlo bien para que la señora vea bien cómo se hace! No Jo, no abras los ojos aún!-

La sangre le llegó al punto máximo de ebullición y en su mente, la voz de sus pensamientos más secretos gritó, enojada. Hubo un momento de absoluta negrura, donde el silencio la ensordeció. Apretaba los ojos con todas sus fuerzas mientras sentía el cuerpo entero arder en llamas. Hacía puño con tal violencia que sintió las uñas clavándose en las palmas de sus manos. Un hilillo de sangre salió de su nariz.

-No tiene de qué preocuparse, señorita Liu, si el antibiótico no se hace cargo del microorganismo causante de su gastritis, tenemos otras opciones disponibles con qué ayudarle, pero hablaremos de eso en la siguiente cita. Por el momento, tomé el medicamento como se lo he prescrito y no me consuma picante o alcohol por todo un mes.-

Al abrir los ojos, Jo se encontró a sí misma sentada en el consultorio, ante el escritorio del médico que la atendía, quien hacía anotaciones en ese momento en una nueva receta. Sintió un fuerte escalofrío al percatarse de que tenía un lapso de tiempo perdido, pues no recordaba que le hubieran llamado a consulta o que el médico se hubiera presentado o ella hubiera explicado sus síntomas.

-Aqui tiene, le voy a dar ranitidina para ayudar con las molestias de la gastritis. Si se presenta alguna otra molestia de aqui a la siguiente cita no dude en llamar o venir al consultorio…-

Jo tomó las recetas, asintiendo. El médico le deseó buen dia, estrechándole la mano y Jo abandonó el pequeño consultorio. En la sala de espera sólo quedaba una anciana que no recordaba haber visto mientras esperaba su turno, así como la enfermera malencarada que permanecía en su escritorio de la recepción, con los ojos pegados a su smartphone.

-Jackie?-

Llamo, pero su novia no se encontraba ni en la sala de espera ni en sus alrededores. Supuso que tal vez le estaría esperando en el carro, por lo que avanzó hacia la salida, llamándole a su celular. El tono sonó varias veces pero Jackie no contestó.

-Que demonios es ésto…?-

Casi tira su smartphone al darse cuenta que afuera todo estaba oscuro. Era ya de noche y la noción de ésto le causó no solo una fuerte sacudida, sino también náuseas. Ella había tenido la consulta a las siete de la mañana. Por un momento se preguntó si se desmayó en algún momento mientras se enojaba, pero si ese hubiera sido el caso, dudaba mucho que Jackie la hubiera dejado sola. Le marcó de nuevo.

-Está todo bien, amor? Te pasa algo? No es de a diario que me llames al trabajo…-

Jo no entendía lo que pasaba. Si Jackie estaba en el trabajo, eso significaba que era Lunes, Miércoles o Viernes y no Jueves. Eso no tenía sentido. Sintió pavor al no saber qué era lo que estaba pasando. Algo le decía que algo andaba terriblemente mal, sacudiendole de nuevo con un fuerte escalofrío.

-Jackie, por qué me dejaste sola en el consultorio? Te enojaste conmigo? No estabas en la sala de espera cuando la consulta terminó…-

Fué el turno de Jackie de sorprenderse, preguntándole a su novia qué era lo que le sucedía, pues en su opinión estaba actuando raro. Jo comenzó a cuestionarse si Jackie estaría jugando con ella para desquitarse por lo pasado antes de la consulta, pues ya lo había hecho antes.

-Amor, la consulta la tuviste hoy, no es cierto? Me dijiste que sería a las siete de la noche y ya sabes que no me dieron permiso en la universidad de suspender las clases para acompañarte. Por qué estaría enojada contigo si no te he visto desde el Domingo y todo está bien entre nosotras? Pasa algo Jo? Me estás preocupando…-

Se paralizó. Jackie había dicho algo que no cuadraba con sus recuerdos. Su cita había sido para las siete de la mañana no de la noche, y para un dia de la semana en la que Jackie no trabajaba, es decir, para un Jueves. Jo pidió la cita expresamente para ese dia pues no le gustab la idea de ir al médico sola.

-Espera Jackie, de qué hablas? Yo pedí la cita para el Jueves, me la dieron por la mañana… La pedí para éste Jueves porque tu sabes que no quería ir sola…-

Jackie sintió un vuelco en el estómago. No le gustaba la posibilidad de que Jo se hubiera ido a beber con Rafa para atenuar la angustia de ir al médico sola, pero lo que más le preocupó fué que Jo hubiera cedido a ingerir drogas ofrecidas por Rafa, quien era conocida por sus congestiones alcohólicas y sus hospitalizaciones por sobredosis de drogas.

-Estás con Rafa, verdad? Pon a esa gorda de mierda al teléfono, Jo!-

Jo se sentía cada vez más confundida. Si ésto era un jueguito más, se vería en la necesidad de una buena charla con Jackie y si ello terminaba en rompiemiento pues que así fuera, no le importaba, no apreciaba ese tipo de jugarretas mentales.

-No estoy con Rafa… Acabo de salir de consulta… Llegué a consulta a las siete de la mañana de hoy Jueves veinti..-

Jackie la interrumpió, genuinamente asustada.

-Espera Jo, que te está pasando? Todavía no estamos a veintitantos… Hoy es Miércoles dieciseis! Dame quince minutos y paso por ti…-

Jo sintió una fuerte punzada en la cabeza y la gastritis le dió una estocada en el estómago. Tenía claros los recuerdos de esa semana y de la semana que le siguió. No podía ser el dieciseis pues hacía una semana de ello. Ese había sido el dia que hizo la consulta, eso lo recordaba bien, así como recordaba que el dieciseis se peleó con Jackie tras toparse con Kiki y compañia en el café La taza. Le agradeció a Jackie la oferta, mintiendo al decir que posiblemente todo lo que decía y hacía era el resultado de una inyección que le habían puesto para la migraña. Sabía que Jackie, vegana y anti químicos le reñiría por aceptar medicamentos que dañarían sus órganos pero eso era preferible a que pensara que se estaba volviendo loca.

-Es que ésto no puede ser posible…-

Dijo con un quejido que no pudo ocultar sus deseos de llorar. Efectivamente era Miercoles dieciseis de Enero y no Jueves veinticuatro. Jamás había alucinado en su vida y jamás usó drogas alucinógenas, pero ésto no se sentía como una alucinación. Checó su agenda virtual, una aplicación en su smartphone que le permitía no sólo anotar citas y teléfonos, sino llevar un pequeño diario. Recordaba haber hecho muchas anotaciones toda esa semana desde el dieciseis hasta el veinticuatro.

-Qué?-

Tenía registro de entradas hechas en dias posteriores al dieciseis, pero cada una de ellas fué borrada y eliminada de la mini bandeja de reciclaje de la aplicación. En verdad estaba aterrada, decidiendo que lo mejor era ir a casa y tratar de descifrar lo ocurrido en la seguridad de la misma.

 

© Soy Lez
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