Capitulo 1-Parte 1:
El espacio se estaba reduciendo. Cada vez llegaba más gente al consultorio. El espacio era demasiado pequeño para albergar tantas personas, ésto era obvio por el hecho de que en ese preciso momento tenía el trasero de un hombre mayor casi pegado a su cara. Lo peor de todo no era el ver su espacio personal invadido, sino los olores fétidos de quienes esperaban consulta.
Por Dios…
Casi se levanta como resorte, pero record lo difícil que resultó encontrar asiento donde sentarse mientras les tocaba el turno y la acción solo se tradujo en un ligero tremor en sus músculos. No comprendía cómo la gente podía acudir a consulta sin darse un baño o cambiarse de ropa. Era bastante obvio que varios de los presentes no se cambiaban de ropa en varios dias, el olor a fluidos corporales era muy marcado en ellos, asi como el aspecto general que tenían.
Maldita sea…
Ya había maldecido una docena de veces cuando su olfato se veía atacado por los nauseabundos olores. Odiaba esa parte de la salud pública. Su empleadora insistía en que le entregaran justificantes médicos emitidos por médicos del gobierno y no por particulares. Todo esto la estaba volviendo loca y ello le hizo perder el hilo de lo que Jackie le contaba en ese momento. Quería ser como Jackie en ese momento, inmune a las invasiones de su espacio, inmune a los olores fétidos de los presentes y siempre dispuesta a sonreir dipolomáticamente a los extraños.
-Y que te dijo Kiki de arreglar el techo?-
Jackie tuvo que meterle un suave codazo en el costado para que le prestara atención a su pregunta. Jo no tuvo tiempo ni valor para llamar a su amiga Kiki. Quizís para Jackie fuera muy fácil escudarse en sus excusas sin el mayor escozor de la consciencia, pero Jo no era así, aún cuando lo que pasó con Kiki no fué exactamente su culpa, al final del dia, ella quedó como baja novias, etiqueta que le había incomodado demasiado.
-No he hablado con ella… He estado muy ocupada con el diseño de la pasarela de Marijose… –
Era una mentira y no era una mentira a la vez. Si bien estaba demasiado ocupada en esos dias, también era cierto que no se atrevía ni sabía como abordar a Kiki. Esperó que Jackie dejara el tema por la paz. No sucedió.
-Haz hecho las afirmaciones que te dije que hicieras? Ya hemos hablado de ésto antes, amor, Tienes que visualizar el objetivo y pensar en él como un hecho concreto, no como una posibilidad…-
La mente de Jo automáticamente bloqueó las palabras que continuaron saliendo de la boca de su novia. No tenía ganas de discutir algo asi cuando ya la situación con lo tardado de la consulta y el aumento en el número de personas congregadas en ese reducido espacio la tenía al borde de un ataque de pánico.
-Necesito ir al baño… Volveré en un momento…-
No importaba si perdía la silla, eso era preferible a seguir escuchando el sermón de Jackie. La cabeza le dolía sobremanera y necesitaba un poco de aire fresco con que tranquilizar sus sentidos. Jackie de verdad la hacía sentir atrapada. Eso no era bueno.
-Otra vez eso…? Aunque no se puede evitar… Esas hijas de puta se meterán al entretecho y anidarán, pero no tengo tiempo para arreglar ésto ahora…-
Se alborotó el cabello, sabiendo que las palomas que merodeaban su casa no perderían la oportunidad de anidar en el entretecho; segundos después de pateó mentalmente por haberse despeinado cuando tenía un cliente importante a quien atender tras su cita médica; no fué fácil aplacarse el cabello que, tras varios encuentros con el peróxido, se rebelaba ante un nuevo ataque químico. Jo suspiró, frustrada.
-Podría hablarle a Kiki…-
Si, podría, pero era posible que ella no le contestara. Aún estaba enojada con ella y entendía sus razones, no era de todos los dias que una de tus mejores amigas te bajara a la novia que tanto te había costado conquistar y con quien te entusiasmaste tanto. Nunca supo que Kiki y Jackie estaban saliendo desde hacia meses. Kiki solo mencionó a su “chica de ensueño” pero jamás la presentó o le puso nombre y al invitar a salir a Jackie, ésta nunca le mencionó a Kiki. Era todo un desastre.
-Dios…-
Su teléfono sonó, haciendo aflorar la urgencia por terminar con el asunto de la consulta y dedicarse a eso que le generaba dinero. Su asistente le informaba que el cliente había cambiado la hora de la entrevista para la tarde, asi que no tenía qué preocuparse por llegar tarde. San Lunes mostraba misericordia. Marcó el número de Fefi, otra de sus mejores amigas.
-Hey Fefi, podrías pedirle a Kiki que haga un presupuesto para arreglarme el techo?-
Odiaba hacer eso, pero nadie sabía arreglar las cosas como Fefi, la diplomática por naturaleza del grupo. Era como una hermana mayor para todas que siempre solucionaba los problemas que se suscitaban de tanto en tanto en la hermandad.
-No te prometo nada, Jo, creo que sabes mejor que nadie que ésta vez la cagaste feo. No es la primera vez que le bajas la novia a Kiki… Ya se te olvidó lo que pasó con Yara?-
Jo se pateó de nuevo mentalmente. Tenía un papelito que la avalaba como diseñadora de interiores, pero ni aunque su vida dependiera de ello era capaz de realizar labores de carpintería tan básicas como clavar o serruchar, mucho menos habilidades en cuestiones de construcción como Kiki. Existía la opción de pedirle ayuda a Chío pero Chío era alguien que le inspiraba mucho miedo.
-Puedes preguntarle de todas maneras? O si te suena mejor, puedes preguntarle a Chío por mi? No tengo su teléfono… Ya ves que no somos muy compas…-
Jo rió nerviosamente. Entre más lo pensaba, más se sentía como la peor de las amigas, pues parecía que en los últimos meses las únicas que la toleraban eran Fefi y Andy. Kiki tenía razón, se estaba convirtiendo en una Eli cualquiera, una perra tumba novias que prefería la calentura de un momento a las amistades de años. Se disculpó con Fefi y ésta sintiendo la culpa y el remordimiento en la voz de su amiga, prometió hacer lo posible para ayudarle con el problema que tenía entre manos, y no solo se refería a la reparación del techo, sino también a la fractura en su amistad con Kiki.
-Déjamelo a mi, haré lo posible para que ésto tenga solución, pero por favor, ya no hagas cosas como éstas Jo, Kiki no ha sido la única afectada por tu ojo alegre y no me vengas con la excusa de que fué tu inhabilidad para controlar la cantidad de alcohol que bebiste la causal de todo esto porque tu y yo sabemos que no es asi.-
Jo no dijo nada, pues Fefi tenía razón. Se escudaba en el alcohol y la compañía de Rafa para excusar su conducta, una que obedecía a su constante necesidad de protagonismo, de aventura, de buscar el siguiente reto aún cuando ello significara herir a personas a quienes de verdad quería, era una compulsión que le estaba arruinando la vida pero no sabía como detenerlo o cambiarlo.
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